Como ya deben haber notado, la vida me dio flor de sopapo con la administración de mi tiempo. Estoy escribiendo una tira que me tiene muy contenta pero que se ha devorado, literalmente, todo mi tiempo. El libre y el que no estaba libre también, seamos sinceros. Ahora, ya un poco más liberada, volví a las andadas y fui a comer a Sipán (¡y escribí ahí!). (más…)
Fui a comer a El Colmado (Cerviño 4403), un barcito tranquilo enfrente de la embajada de Estados Unidos, por ahora muy tranquilo, en donde hay algunos platos del día y patisserie. El dueño es un argentino que tenía un bar en Barcelona, en donde siempre le había ido bien, pero ante la crisis, no tuvo más remedio que levantar campamento y venir a instalarse nuevamente aquí.
Hace mucho que leo por todos lados elogios sobre I-latina, el restaurante colombiano a puertas cerradas que los hermanos Macías abrieron en Villa Crespo. Como no me gusta tanto salir de noche, esperé el brunch (que hacen una vez por mes) y que incluye cinco pasos con recetas de raíces colombianas y algunos ingredientes locales. La experiencia no defraudó. El restaurante es precioso, la atención fabulosa y la comida es rica y original.
Luego de unas merecidas vacaciones, volví a la carga con el trabajo, y esta semana ya estuve almorzando por Belgrano y Palermo de nuevo. Esta vez, aproveché el menú de mediodía de La Parolaccia de Libertador (Av. del Libertador 5836), que me pareció muy barato y prometedor: antipasti, plato principal y postre por $65 (+ $18 de cubierto y bebidas aparte) de lunes a viernes y $72 los sábados.
Hoy finalmente fui a desayunar a Le Pain Quotidien, el primer local de la cadena belga que tanto me gustó en Nueva York y que ahora, por suerte, llegó a Palermo. La decoración, la exhibición y el look son absolutamente perfectos en Argentina también. El local es limpio y simple pero cálido. Hay muebles antiguos con iluminación ultra moderna, mesas comunales y puertas y ventanas recicladas que contrastan con vajilla minimalista pero chic. El servicio, además, bastante mejor que el de Estados Unidos. No hace falta llamar veinte veces a los mozos, ni repetirles el pedido, ni hacer malabares para que te vean. Por ahora, hay mozos para tirar al techo. (más…)
Hace un par de meses me invitaron a una de las cenas de Masters of Food and Wine que organiza el Hotel Park Hyatt todos los años. Y digo cenas, para abreviar un poco la ocasión, que en realidad es algo más complejo que una comida común. Digamos que estos eventos son una suerte de experiencias gastronómicas que se organizan en todos los hoteles Hyatt del mundo, con el chef ejecutivo como anfitrión, para agasajar a los huéspedes del hotel o a cualquier comensal que quiera asistir y aprender algo más de la tradición u oferta culinaria de cada país.
La semana pasada comí un brunch malísimo y otro genial. Sobre el primero ya me explayaré con furia en el próximo post, pero ahora quiero dedicarle mis loas y mi energía al que comí en Aipim (Thames 1535, Palermo), un pequeño restaurante de Palermo que sospecho será uno de mis preferidos durante el año 2013.
Aipim tiene todo lo que yo NECESITO para comer bien. Buen clima, linda decoración, manteles impecables, servicio atento pero no pegajoso, y una propuesta relativamente liviana y muy rica. La comida es excelente, pero además, está bien diseñada la carta, sobre todo la propuesta del brunch En Buenos Aires, déjenme decirles que hay muchos brunchs, pero un poco por falta de tradición y otro poco por pereza, casi todos son flojos. El pan tiene que ser superlativo y nunca lo es, los huevos revueltos que deberían ser dignos son siempre un papelón, el yogur casi siempre es comprado y nunca viene todo a tiempo.
Mientras como mal en algún lado de Palermo, en otra punta de la ciudad los astros se alinean para devolverme la fe en el mundo. La misma semana de Báraka cené a la luz de las estrellas en L´Ostería (Aime Paine 1320) de Puerto Madero, y en vez de salir puteando como loca, salí silbando de felicidad.
Hace unas semanas fui con mi amiga Roxana a tomar el clásico English Afternoon Tea a Casa Munet (Álvarez Thomas 1093), una patisserie y casa de té a puertas cerradas que abrió hace algunos meses en el corazón de Colegiales. La idea no es tener una carta como en cualquier bar, sino ofrecer tés de diferentes países maridados con exquisiteces especialmente preparadas para la ocasión. La carta va cambiando cada quince días y el precio es fijo. Cuando yo fui, por ejemplo, estaba esta versión bien bien clásica de English Afternoon tea.
Siempre que voy de compras al Barrio Chino, almuerzo en algún restaurante de la zona. A veces son buenos (Como Nobiru o Lai Lai), otras veces son flojos (como es ahora Palitos, Dragón Porteño o Todos Contentos). Este fin de semana fui a surtirme de arroces, especias, pescado, tofu y demases y comí en Los Manjares, a donde ya había ido un par de veces con mis sobrinos. Estuvo bastante bien, casi perfecto.